En los parajes rurales más remotos del país, donde los caminos son de tierra y el acceso a un hospital puede ser algo muy lejano, la salud llega en camionetas a las escuelas, al encuentro de quienes más la necesitan.
Cada año, nuestro equipo de voluntarias viaja a Santiago del Estero para brindar atención primaria. En esta oportunidad, las comunidades de las escuelas de Puente del Saladillo, Horcos Tucucuna, Taco Isla, La Totorilla, El Laurel y El Mistol se convirtieron en centros de salud por una semana.
Especialistas en Pediatría, Nutrición y Trabajo Social allí brindaron controles a 128 niños/as y sus familias. Cada día fue una nueva oportunidad para aprender de las historias de cada familia, para reconocer la fuerza de las comunidades y para reforzar el compromiso con un derecho que muchas veces parece lejano: el acceso a la salud.
Cada persona recibió no sólo atención médica, sino también acompañamiento cercano y un seguimiento que continuará en la próxima visita. Es un trabajo que transforma, porque se trata de nombres y de historias que merecen ser cuidadas.
Agradecemos de corazón a cada voluntaria que se sumó a este viaje con una misma convicción: la salud debe llegar a todos, sin importar la distancia. Y eso solo es posible gracias a profesionales comprometidos que, con su ambo e instrumental, recorren kilómetros para garantizar un derecho que nos iguala: el derecho a estar sanos.
Este viaje nos recuerda que, aunque los caminos sean largos y los parajes aislados, la solidaridad y el compromiso logran que la salud se convierta en un acto tangible, cercano y transformador. Porque cada gesto, cada consulta y cada sonrisa dejan una huella imborrable en quienes reciben y en quienes dan, recordándonos que el cuidado es también una forma de esperanza.