La historia de Laura Bayala, profesional voluntaria que viaja para escuchar, enseñar y transformar
Cuando Laura Bayala decidió estudiar Nutrición, no pensó solo en calorías o nutrientes. Pensó en personas. En chicos/as que crecen con lo que tienen a mano. En familias que hacen magia con lo poco. En enseñarles a elegir mejor, sin juzgar.
Hoy, como voluntaria de la Fundación San Genaro, Laura viaja a escuelas rurales de Santiago del Estero para acercar algo más que recomendaciones: lleva empatía, orientación y herramientas que cambian hábitos… y futuros.
“Conocí la Fundación gracias a Patricio, que era mi vecino. Me contó lo que hacían y sentí que ahí tenía que estar. Le mandé mi CV y me sumé al equipo.”
La atención empieza con una sonrisa
La jornada empieza temprano. El equipo se prepara, carga materiales, y parte hacia una escuela donde ya los esperan con carteles hechos a mano, desayunos caseros y abrazos que valen más que mil palabras.
Las aulas se convierten en consultorios. Hay análisis, controles y, sobre todo, conversación. Porque la salud no empieza en un chequeo: empieza cuando alguien te escucha.
“Muchas veces es la primera vez que un chico ve a un profesional de salud. Les enseñamos, los miramos a los ojos, y ellos responden con una confianza hermosa.”
A lo largo del día se detectan problemas de crecimiento, casos de desnutrición, de sobrepeso, de falta de acceso a alimentos nutritivos. Y se siembra algo más difícil de medir: el valor del cuidado.
“Después de los talleres, hay chicos que dicen que quieren ser médicos, o nutricionistas. O que en su casa van a intentar comer más verduras. Para mí, eso ya es un montón.”
Elegir qué comer… cuando se puede
En estas comunidades, el acceso a alimentos frescos es un desafío cotidiano. El kiosco queda más cerca que el almacén. Y entre gaseosas, golosinas y fideos instantáneos, se construyen hábitos difíciles de romper.
“No se trata de prohibir. Se trata de acompañar, explicar, mostrar otras formas. Y de ser realistas: entender el contexto para poder intervenir con respeto.”
Laura no lleva soluciones mágicas. Lleva presencia constante, mirada atenta y la convicción de que un pequeño cambio puede ser el comienzo de algo más grande.
“Si vas una vez, ya no sos la misma persona”
A quienes están pensando en sumarse como voluntarios, Laura no les da un consejo. Les da una certeza.
“Te vas a encontrar con una realidad que te conmueve. Vas a trabajar mucho. Vas a volver cansada. Pero también vas a volver distinta. Más humana. Más conectada. Y con ganas de seguir.”
Cada viaje es una experiencia transformadora, no solo para quienes reciben atención, sino también para quienes la brindan.
El sueño de Laura
Que cada chico y cada chica, sin importar dónde nazca, sepa qué es comer bien. Que no tengan que esperar una visita de profesionales para aprender a cuidarse. Que la salud sea un derecho, no una excepción.
Ese es el motor que la mueve. Y la razón por la que vuelve, una y otra vez.